Taylor Swift, aquella rubia muchacha que empezó con el country ñoño y terminó haciendo dubstep, ha estrenado -y promocionado, sobretodo- su cuarto álbum de estudio, en el cual su discografía ha puesto toda la carne en el asador y ha apostado fuerte por ella: contratando a los mejores productores y contando con las colaboraciones justas. ¡Todo esto para un álbum que ha vendido más de 1.28 millones de unidades en Estados Unidos y que ha debutado en el #1 en más de 40 países! Pero, la pregunta es: ¿las ventas son proporcionales a la calidad del disco? Ahora lo veremos:
Primero empezó presentándonos en Agosto su primer sencillo, 'We Are Never Ever Getting Back Together', en la cual deja el country de lado y se nos pone popera (que ni la Nicki Minaj, hoygan), pero el resultado es bastante bueno -tanto en ventas como en calidad-, y lo mejor de todo es que es un tema con toda la esencia Swift. Buena introducción.
Acto seguido empezó la mastodóntica promoción del álbum, estrenando cada semana un tema nuevo y colapsando iTunes. El primero fue 'Begin Again' (actual segundo single), en el cual la discografía Taylor repite la fórmula de sus anteriores discos: sacar un primer single animadete, para seguirlo de uno triste y lento ('White Horse' y 'Back To December'). Country-balada de la buena, otro punto más para el álbum.
Después sacó 'Red' y 'I Knew You Were Trouble.', temas que seguramente terminen siendo sencillos oficiales, los cuales debutaron bastante bien en su primera semana. El primero es un tema country-pop pegajoso típico de Taylor que si eres un fan medio suyo, te enamorará al instante. En cambio el segundo es bastante más radical: dubstep (pero rozado y comercial, nada puro). Este tema lleva el 'WANEGBT' a otro nivel, por lo que ha sido bastante criticada y etiquetada de vendida. Solo sirve para las ventas, pero el pelotazo ya lo ha dado.
Y el último tema promocional del álbum es 'State of Grace', una de los pocas canciones a las que no me termino de acostumbrar, ya que difiere mucho con el estilo de este disco. Y con ella terminan los sencillos y empezamos con el contenido restante del álbum.
Como todo buen disco de Taylor Swift, este álbum se divide en dos: la mitad alegre, enamorada y divertida; y la parte amarga, de desamor y tristeza. En la primera encontramos temas como '22', 'Stay Stay Stay' y 'Starlight' temás que pecan más en el género del pop que en el del country, aunque son bastante agradecidos, pegadizos y sin un solo ápice de falsedad superficial-comercial: mantienen la esencia Swift.
Sin embargo no todo será pop puro, Taylor pertenece y siempre pertenecerá (esperemos) al country, y ha incluido temazos acústicos, como 'Treacherous', 'I Almost Do' y 'The Lucky One', en los cuales domina su género clásico y pondrá contento a más de un yankee.
Pero, ¿como sería un disco suyo sin baladas con sentimiento? Pues una decepción, ya os lo digo yo. Por lo que alardea de compositora y plasma sus pensamientos a la perfección en las canciones 'Sad Beautiful Tragic', 'Come Back... Be Here' y 'All Too Well', que son de mis favoritas. Y por primera vez, desde hace cuatro años, añade colaboraciones en un álbum suyo: Ed Sheeran y el vocalista de Snow Patrol, en los temas 'Everything Has Change' y 'The Last Time'. Me decanto más por la última, ya que el contraste entre el grave timbre de Gary y el dulce de Taylor encajan a la perfección; en cambió el tema con Ed está bastante bien, pero me gusta el anterior.
- Temazos que se están sincronizando en mi iPod: Soy muy fan suyo, por lo que tengo todo el álbum, pero destaco 'We Are Never Ever Getting Back Together', 'The Last Time' y 'Red'.
- Aberraciones que se están borrando de mi PC: ¡no las hay!Nota final (4.5/5)